Page 120 - Trazos y Letras C
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Asustados, los dos cerditos corrieron y entraron en la casa

            de  ladrillos  de  su  otro  hermano.  Pero,  como  el  lobo  estaba

            decidido a comérselos, llamó a la puerta y gritó: – ¡Ábreme la

            puerta!¡Abreme la puerta o soplare y tu casa tiraré! Y el

            cerdito trabajador le dijo: – ¡Sopla lo que quieras, pero no la

            abriré!





            Entonces el lobo sopló y sopló. Sopló con todas sus fuerzas,

            pero la casa ni se movió. La casa era muy fuerte y resistente.
            El lobo se quedó casi sin aire. Pero aunque el lobo estaba muy

            cansado, no desistía. Trajo una escalera, subió al tejado de la

            casa y se deslizó por el pasaje de la chimenea.



            Estaba  empeñado en entrar en la casa y comerse  los tres

            cerditos como fuera. Pero lo que él no sabía es que los cerditos

            pusieron al final de la chimenea, un caldero con agua hirviendo.



            Y el lobo, al caerse por

            la         chimenea                  acabó

            quemándose con el agua
            caliente. Dio un enorme grito

            y salió corriendo  y nunca

            más volvió.




            Así los cerditos pudieron vivir
            tranquilamente.  Y  tanto  el

            perezoso  como  el glotón

            aprendieron  que  solo  con
            el trabajo se consigue las


            cosas.







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